Existen múltiples factores que afectan a nuestra piel y a cómo ésta denota el paso de los años. Los factores genéticos condicionan en gran medida la forma en que el envejecimiento deja huella en nuestro rostro pero el estilo de vida, la prevención y los tratamientos dermatológicos pueden constituir una ayuda fundamental para mejorar nuestro aspecto.

Según explica a Infosalus Carmen Carranza, académica de la Asociación Española de Dermatología y Venereología (AEDV) y dermatóloga en el Hospital Madrid Norte San Chinarro, la piel de la zona periocular es la más delgada de la cara y la más delicada también.

Cuando se trata de las distintas características de la piel de la zona periocular, son muchos los aspectos que hay que tener en cuenta cuando se trata de explicar los resultados estéticos: ojeras, valle de la lágrima y patas de gallo pueden dar lugar a cambios significativos cuando desde la consulta del dermatólogo se buscan soluciones.

Las ojeras, los círculos oscuros de alrededor de los ojos, tienen múltiples causas, entre ellas genéticas y de fototipo que condicionan el aumento de pigmentación en la zona, además de que hay que considerar que existe una mayor fragilidad de los vasos sanguíneos de estas zonas de piel que pueden dar lugar a un aumento de la congestión vascular debido a que se trata de una red superficial y más frágil. El estilo de vida tiene tanta importancia como el condicionante del paso del tiempo y el proceso natural de envejecimiento.

Otro aspecto que interviene en la aparición o presencia de ojeras es la degradación de la hemoglobina que produce una pigmentación oscura: en esta zona donde los capilares son muy finitos por la oxidación de la sangre se puede presentar una coloración azul o violácea.

“Dormir bien o llevar una alimentación sana sin mucha sal, porque ésta hace que se pueda congestionar más esa zona, pueden ayudar así como una buena protección solar”, apunta Carranza que advierte que también padecer determinadas enfermedades de causa renal, cardiaca o  tiroidea pueden condicionar su aparición. “El alcohol, tabaco, los malos hábitos de vida o los cambios hormonales también pueden incidir en la presencia de ojeras”, añade Carranza.

El tratamiento más adecuado es la prevención. Cuando el paciente las presenta se puede recurrir al láser o la luz pulsada intensa y se debe llevar a cabo por persona entrenado en el manejo de estos tratamientos, que dan lugar a una quemadura superficial para que al renovarse la piel se cree una nueva piel más aclarada. “Aunque la zona quede inicialmente púrpura esta coloración luego desaparece”, aclara la dermatóloga.

Entre las recomendaciones de Carranza están proteger la zona del sol e hidratar  empleando cremas específicas para esta zona con principios despigmentantes como el ácido Kójico, antioxidantes como la vitamina C, el ácido retinoico que favorece una exfoliación suave de la zona y la vitamina K que refuerza su vascularización.