Una sauna puede servir para algo más que hacernos sudar. Hasta ahora su uso está sobre todo asociado a supuestos efectos adelgazantes, un mito que se sustenta en que al estar sometido a altas temperaturas el cuerpo pierde agua, lo que supone una pérdida de líquidos que puede producir una momentánea merma del peso.

No obstante, lo cierto es que los beneficios son muchos: desde incrementar la circulación de la sangre hasta eliminar las toxinas o mejorar la apariencia de la piel. Aunque, son sus beneficios sobre la salud cardiovascular los que llevan a otorgar a los baños de vapor la categoría de medida de ‘prevención’.

Un nuevo estudio sugiere que los hombres que emplean frecuentemente la sauna reducen el riesgo de eventos cardiovasculares fatales y mortalidad por cualquier causa, como se detalla en un artículo publicado en la edición digital de ‘Archives of Internal Medicine’.

 Aunque algunos trabajos han encontrado que meterse en la sauna se asocia con una mejor función cardiovascular y circulatoria, no se conoce la asociación entre darse un baño de sauna y el riesgo de muerte súbita cardiaca (SCD, por sus siglas en inglés) y enfermedades cardiovasculares mortales (CVD, por sus siglas en inglés).

El investigador principal, Jari A. Laukkanen, de la Universidad del Este de Finlandia, en Kuopio, y los coautores analizaron la asociación entre la sauna y el riesgo de muerte súbita, enfermedad coronaria fatal (CHD, por sus siglas en inglés), enfermedades cardiovasculares mortales fatal y mortalidad por cualquier causa en un grupo de 2.315 hombres de mediana edad (entre 42 y 60 años) del este de Finlandia.