Si hace unos días recomendábamos echarse una cabezadita después de comer porque libera tensiones y aumenta de la capacidad de concentración en adultos, un nuevo estudio observa que, en los niños, dormir la siesta no siempre es beneficioso.
Los expertos recomiendan que los niños entre 3 y 8 años duerman un mínimo de 9 a 10 horas diarias, lo más pequeños un poco más. Sin embargo, estas horas que muchos reparten con la siesta parece que es mejor que las duerman seguidas. Así se desprende de un estudio publicado en ‘Archives of Disease in Childhood’, que muestra que los niños que siguen durmiendo siesta después de los dos años suelen tener una peor calidad del sueño durante la infancia, aunque el impacto en el comportamiento y el desarrollo está menos claro.
La longitud total y la calidad del sueño durante un periodo de 24 horas está vinculado a la salud y el desarrollo del niño, y los padres y cuidadores han sido alentados a dejar que los niños echen una siesta durante el día como una forma de promover la buena salud.